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El ritmo de vida actual nos obliga a mantenernos activos, agitados y muchas veces en tensión. Y es que todo se mueve muy deprisa y nosotros nos tenemos que acoplar a este movimiento, lo que muchas veces nos produce estrés.

El estrés es consecuencia de una presión psicológica frente a situaciones de presión a las que nos podemos hacer frente o que nos desbordan. Cuando estamos estresados nuestra presión arterial aumenta y con ella el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

Uno de los principales causantes del estrés es nuestro trabajo, y es que una actividad laboral desbordante, con presión y por encima de nuestras posibilidades puede producir un incremento de nuestra presión arterial. Pero este estrés derivado en muchos casos del trabajo puede traer consigo otro tipo de afecciones como trastornos gastrointestinales, respiratorios, musculares o dermatológicos.

Está demostrado que los individuos que tienen trabajos más relajados sufren menos enfermedades cardiovasculares que aquellos que tienen actividades estresantes. Y es que la forma en la que nos sentimos tiene mucho que ver, pues si estamos tranquilos psicológicamente disminuiremos el riesgo de padecer anomalías cardiovasculares.

Además del estado de ánimo, en el que tenemos que hacer hincapié y debemos recurrir a técnicas de relajación; es importante seguir una dieta correcta, debemos practicar ejercicio, mantener una actitud positiva frente a los problemas, organizar bien nuestro tiempo y tomarnos las cosas con calma para evitar situaciones críticas.

Ante todo es importante la prevención para evitar futuras enfermedades del sistema cardiovascular, y es que si vivimos situaciones de estrés a lo largo de nuestra jornada es aconsejable controlar la presión arterial y los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre a través de análisis periódicos. Aunque es importante realizar actividades relajantes que nos hagan olvidar las situaciones de estrés.

Un artículo publicado en Vitónica

Un acercamiento múltiple a los métodos para reducir el estrés te aproximará al éxito de reducir tus niveles de estrés. Las divisiones principales de un programa exitoso de hábitos de manejo del estrés son:

Ejercicio: 20 o 30 minutos de ejercicio cardiovascular diario es un elemento básico del programa de reducción del estrés. Se aconseja realizar cualquier tipo de deporte, el que más agrade, en tanto y en cuanto se aumente el ritmo cardíaco y de respiración —por ejemplo, caminar, nadar, andar en bicicleta, trotar, salir a correr, etc. La ventaja de realizar lo que más te plazca es que lo harás más entusiasmado y te generará un hábito placentero que no querrás dejar. Aclaración: se sugiere no realizar actividad física de ningún tipo durante las 4 horas anteriores a dormir.

Descanso: La mayoría de las personas requieren un promedio de 8 horas de descanso por noche para mantener una buena salud. Durante la noche, nuestro cuerpo se repara a si mismo y se prepara para las actividades del día siguiente. Una deficiencia en las horas de descanso puede generar un aumento de los niveles de depresión y ansiedad, un incremento de peso, deficiencias en el sistema inmune, causando altos niveles de estrés.

Alimentación: Una alimentación nutritiva y balanceada ayuda a que tu cuerpo se despoje de los efectos corrosivos del estrés. Una gran idea es la ingesta diaria de suplementos multivitamínicos, especialmente aquellos que cuentan con todas las variedades de Vitaminas A, C y E, para una buena base de antioxidantes. Se recomienda no consumir grandes cantidades de carne antes de acostarse puesto que el proceso de digestión interferirá con tu sueño.

Consumo moderado de alcohol: Si bien es tentador tomar varios tragos para relajarse luego de un día de arduo trabajo, el alcohol genera algunos efectos secundarios, especialmente cuando bebes más de una bebida por día. Mal humor, aumento de peso, irritabilidad, sueño ligero y escaso, son algunos de los síntomas que puede provocar el alto consumo de alcohol.

Relajación: Una relajación profunda es el mejor método para calmar tus pensamientos y le permite a tu cuerpo relajarse completamente. Lo óptimo es realizar algunos ejercicios de relajación todos los días entre 20 y 30 minutos. La meditación, y otras actividades contemplativas, como el yoga, escuchar un cd de relajación, o simplemente detenerse a escuchar la propia respiración, ayudarán a sumergir a tu cuerpo en un estado de relajación natural.

Un artículo publicado en Sabiduría y Liderazgo

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